EL ARTE FINAL. COLECCIÓN DE POSTALES Y PUNTOS DE LIBRO.

En primer lugar me gustaría señalar que este proyecto ha resultado especialmente enriquecedor en términos de aprendizaje, ya que me ha permitido profundizar en el manejo de los distintos programas necesarios para una correcta preparación de archivos destinados a imprenta.

Este reto se centra en el diseño y maquetación de postales y puntos de libro vinculados a un posible evento festivo promovido por el ayuntamiento correspondiente. En mi caso particular, dado que trabajo en una cafetería de especialidad y he podido experimentar de primera mano el poder de unión que puede surgir en torno a un buen café y una conversación significativa, la elección del tema resultó natural. Además, cuento con los recursos necesarios para realizar las fotografías de forma cómoda y autónoma.

El café se ha convertido, con el tiempo, en una verdadera pasión para mí, motivo por el cual decidí transformar este reto académico en un proyecto personal, con la intención de llevarlo a cabo en la realidad y ofrecerlo a mis clientes habituales. Por todo ello, ha sido un proceso especialmente estimulante y motivador.

A lo largo del proceso, he tomado conciencia de la importancia de mantener una actitud minuciosa y meticulosa en cada etapa del diseño, prestando especial atención a una lista de posibles errores que pueden afectar el resultado final. He comprendido que es fundamental revisar el archivo en varias ocasiones antes de su entrega definitiva, ya que tanto los errores comunes como aquellos menos evidentes pueden pasar desapercibidos si no se examinan con el debido detenimiento.

Además, he podido constatar que, debido a la gran cantidad de elementos técnicos a tener en cuenta —sangrados, márgenes, perfiles de color, formatos, modos de impresión, troqueles personalizados, entre otros— el proceso puede llegar a resultar caótico si no se mantiene una organización clara y coherente de todos los conceptos implicados. La correcta gestión de estos aspectos, así como la planificación ordenada del flujo de trabajo, se revelan esenciales para garantizar una resolución profesional y sin incidencias. Este ejercicio de revisión constante y estructuración del proceso no solo asegura una mayor calidad en el producto final, sino que también refuerza el desarrollo de una metodología de trabajo sólida y efectiva.

Por otro lado, en lo que respecta a mi proceso creativo, he observado que los bocetos iniciales no suelen serme especialmente útiles. Mi forma de trabajar tiende a evolucionar de manera orgánica: el diseño va cambiando conforme avanzo, probando múltiples variaciones hasta encontrar la versión que considero más adecuada. Esto implica que el resultado final pocas veces coincide con la propuesta inicial, por lo que definir un boceto cerrado o una estructura fija desde el principio no me resulta funcional. Prefiero dejar abiertas las decisiones compositivas hasta fases más avanzadas del desarrollo del proyecto.

No obstante, entiendo que en entornos digitales y colaborativos, especialmente cuando se trabaja para terceros o en equipo, puede ser necesario definir desde el inicio una propuesta más concreta para facilitar la comprensión general del contenido y permitir una toma de decisiones más ágil y consensuada. En estos casos, me esfuerzo por mantener una comunicación clara y alineada con la persona con la que colaboro, buscando un equilibrio entre mi forma de crear y las necesidades técnicas o comunicativas del proyecto.